La vitamina C es fundamental para estimular las funciones de las células del sistema inmunológico, protegiendo contra infecciones virales y bacterianas. En el caso de infecciones urinarias, una alta ingesta de vitamina C puede actuar de forma protectora al disminuir el pH de la orina, lo que impide el crecimiento de bacterias.
Esta vitamina es muy beneficiosa para la piel, ya que participa en la hidroxilación de lisina y prolina, procesos necesarios para la síntesis de colágeno. El colágeno es crucial para el crecimiento y reparación de tejidos, huesos, cartílagos y piel, ayudando a mantener la elasticidad de la piel y favoreciendo la cicatrización de heridas.
Además, la vitamina C tiene propiedades antioxidantes que protegen a las células del daño causado por las especies reactivas del oxígeno (ROS) y del nitrógeno (ERN). Esta protección es esencial para reducir el estrés oxidativo, que resulta de una alta concentración de radicales libres debido a factores ambientales como la radiación UV y la contaminación. La combinación de vitamina C con vitamina E amplifica sus efectos antioxidantes.
También, la vitamina C mejora la absorción del hierro de origen vegetal al convertirlo en una forma más fácilmente absorbible, lo que ayuda a reducir el cansancio y la fatiga. El hierro es esencial para la producción de hemoglobina y el transporte de oxígeno en la sangre.
Además de estos beneficios, la vitamina C es importante en la producción de neurotransmisores y en la síntesis de carnitina, una molécula clave para la producción de energía a partir de las grasas. También contribuye a la salud de las encías y los dientes.